martes, 11 de febrero de 2020

MY SONG del Cuarteto europeo de KEITH JARRETT – ECM 1978



My Song - Keith Jarrett a piano solo 
(no es la versión de la que hablo ya que no está en YouTube, pero también es muy bella, en Spotyfly podéis oír de la que hablo y de paso todo el discazo)



Quizá la primera vez que escuché a Keith Jarrett fue con su cuarteto europeo, aunque no podría asegurarlo. Es posible que, casualmente, lo hubiese oído antes, puede que en casa de alguien o en algún garito (cuando esta música, en ocasiones, se pinchaba en bares); y si fue así lo hice, obviamente, sin prestarle demasiada atención. No recuerdo muy bien en qué año sucedió, pero eran los ochenta, más a mediados que a finales de esa década. Fue entonces cuando me grabaron en una cinta de cromo el disco My Song. Recuerdo perfectamente la sensación que me produjo escuchar con atención el tema que da título al álbum. Recuerdo la tristeza y la alegría, a la vez; recuerdo que fui de inmediato consciente de la tremenda belleza de lo que estaba sonando, y sobre todo recuerdo aquella sensación de falsa sencillez. Escuché aquella grabación (el disco completo) múltiples veces. Llevaba aquella cinta puesta a todas horas en el walkman, y algo que me gustaba y me parece que es algo que no he vuelto a hacer era bajar las persianas, apagar las luces del salón de mi casa (es donde se encontraba el equipo de audio, que dicho sea de paso sonaba muy bien) y me ponía una y otra vez aquella grabación. Supongo que con esto buscaba la relajación y sobre todo el que nada me distrajese para poder disfrutar de aquella música. La escuché cien veces, quizá buscando descubrir lo intangible, intentando entender qué es lo que la hacía tan especial para mí. Aquella música me hizo llorar y sonreír; aquellas notas, aquellos músicos, me fueron despojando poco a poco de mi momento musical de entonces; aquellas maneras me iban a apartar por un largo periodo (años) del funk y del jazz rock o jazz fusión que llenaba mi discoteca; me alejaron de los bajos eléctricos, los sintetizadores y los Rhodes. Aquella música me iba a llevar a amar lo acústico sobre lo eléctrico, y lo “moderno”, que había constituido mi mundo hasta esa reveladora escucha, perdió interés.
En el tema My Song, la nota que se repite y predomina en su comienzo, esa nota del piano, esa que se alza casi como única nota que se repite en la introducción de este maravilloso tema me pareció divina, sobresaliente, colosal, puesta allí por mérito propio y no por acomodo casual, ya que solo ella podría ocupar ese lugar, pequeña y grande, exposición de sencillez aparente, resultado de una imaginación brutal y sobre todo de una sensibilidad nada común. Aquella nota conectó directamente con mi corazón y me atrapó. Aquella nota fue el principio de mi amor por la música de Jarrett y de muchas más que estaban por llegar siguiendo aquella sonoridad. Me puse aquella corta intro una y otra vez, me puse aquel disco muchas veces. En las primeras escuchas pensé en que todo aquello estaba escrito, nunca en mi cabeza había podido pensar que hubiese gente capaz de improvisar de aquella manera, imposible pensar que fuese posible improvisar con tal maestría. Recuerdo claramente (por poner un ejemplo) que daba por hecho que el solo (único en todo el disco, bueno hay otro en Tabarka pero ese es muy cortito y alejándose de su habitual discurso melódico aunque también característico de sus maneras) de contrabajo del tema Country no podía ser una improvisación sino obra de la mano del compositor. Con el transcurso de los días, meses y años y conociendo perfectamente la carrera de Palle sé que sus solos son muy buenos y en ocasiones obras de arte; de hecho ¿para qué hacer solos? si toda la labor del contrabajo en esta grabación es una clase magistral de improvisación y de su característico buen hacer y buen gusto. A partir de ese momento, en aquella época, empecé a seguir a Danielsson, a Garbarek y, por supuesto, a Jarrett. Keith Jarrett es quizá el más grande de los pianistas de música improvisada que conozco, claro que esto es tan relativo como decir que te gusta más el sol que la luna, o el aguacate que el plátano, o el coche que la bicicleta, pero sí puedo afirmar que durante muchos días del año es mi pianista favorito. Con My Song se abrió una puerta y al traspasarla encontré mucho de lo bueno que estaba por llegar: inmensas satisfacciones auditivas e íntimas, profundas y centrales revelaciones y descubrimientos, sólo deteniéndome en el Jarrett de aquel cuarteto europeo; aún no había ni escuchado el trío (cuarteto) americano, ni sus conciertos a piano solo, ni el trío junto a Peacock y Dejohnette. 

Una cosa más. Este disco, que por supuesto recomiendo, creo que es obligado escucharlo en el orden original del vinilo de 1978. Otra cosa, cuando lo escuché a mediados de los ochenta, dada su originalidad y frescura, di por hecho que era un disco que acababa de salir al mercado. 


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