lunes, 6 de julio de 2020

CINEMA PARADISO (Ennio y Andrea Morricone, 1988)




Os invito a escuchar una de las bandas sonoras más bellas (según mis sentimientos) que he sentido. Dos pilares la sustentan, dos grandes y fuertes, dos robustos y sencillos, que revelan el gran poder de la buena melodía, tan buena ésta que puede soportar cualquier tipo de ritmo o versión, alarde de ideas o muestra que muestran los Morricone en un momento de la escucha, quizá para demostrar la importancia de la melodía en la música cuando lo que buscamos es poesía. 

Aquí estoy sentado en mi terracita de verano, en esta que nunca da el sol, rodeado de plantas de aloe y schlumbergera y un hermoso y frondoso Solenostemon y un limonero de escasamente un metro de altura, tiene tres  limones verdes, ahí estoy con una taza de Forges (la de eso de lo verde) llena de té negro infusionado durante 3 minutos con agua a 90º, agua del Matarraña hervida junto a un buen trozo de jengibre de la India, dos puntas de clavo aromático, 3 bolas de pimienta de Jamaica y un leve cacho de canela de la china, la banda sonora de los Morricone está, leve brisa refrigerada en este caluroso agosto de 2018, una lágrima aprieta por salir, lucho para que no brote, noto el brillo en mis ojos, no quiero el desahogo, deseo la sensación.


(Esto lo escribí en agosto de 2018, curiosamente lo he encontrado y releído esta mañana sin saber aún que había fallecido Ennio Morricone, he empezado a leerlo y no estaba seguro si era yo el autor, suerte que divagué con lo del limonero y el té, no recordaba haber escrito esto, se traspapeló y hoy reapareció. Durante estos años he tocado varios temas de esta banda sonora increíble, siempre que la escucho me pone los pelos de punta. Su obra un gran legado de inmensa belleza)

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