Son
muchos los contrabajistas que me han gustado y me gustan, en los que
veo grandes logros y un trabajo muy bueno, pero podría contar con
los dedos de una mano (y me sobran dedos) a los que he seguido con
amor y admiración especial, a esos que me han llegado a lo más
profundo. Y el primero de la lista, posiblemente, sea Charlie Haden,
sus solos y su música me siguen emocionando.
Recuerdo
perfectamente las sensaciones que nacieron después de la primera
escucha de esta versión de Wayfaring Stranger, donde él se atreve a
cantar; no es la mejor de las voces, pero yo escuché y escucho en
ella la autenticidad de la cosa, veo en ella un parecido a su manera
de tocar el contrabajo, de sentir la música, un trasfondo verdadero.
Ya sé que a muchos, eso que vais a escuchar os parecerá una
patraña, pero yo siento más corazón en estas estrofas que en
muchos pasajes de otros grandes músicos perfectamente afinados y
virtuosos, y eso es lo que me gusta sentir cuando escucho a alguien,
eso es lo que busco hace muchos años, los mismos que hace que dejé
de admirar al virtuoso que pasa por las notas a gran velocidad y gran
perfección pero sin llegar, no entiendo a la gente que flipa con
esto sin sentir un crujir en el corazón. La música es un
sentimiento, cada día lo tengo más claro.
Volveré
ha presentar a Charlie Haden en próximas ocasiones tocando el
contrabajo (que es lo suyo), pero hoy me apetecía oír su voz, ésa
que tantas veces dejó grandes mensajes en los conciertos o en
entrevistas, esa voz tan conocedora de la guerra civil española, la
misma que nos abandonó el 11 de julio de 2014. Grande Charlie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario